Conector, speaker y emprendedor social. Co-fundador de Hola Ghana y The Social Circle. Creador de la Teoría del Tinto. Autor de “Un camino hacia el alma”
Escucho los pájaros al amanecer, esos que hace tan solo unos años por aquí no se dejaban ver, me encuentro en el Campus Diversia, en la Masía Mijares, en Valencia. Gracias a la plantación de madroños y otros árboles del bosque primigenio, se está recuperando la diversidad, la fauna vuelve al lugar.
He venido unos días a visitar un proyecto único, algo extraordinario que rompe con las reglas de mercado. Se trata de un espacio para el encuentro, para promover la inteligencia colectiva, para bañarse en la naturaleza, para recorrer pinares y sendas, para conversar tranquilamente, sin la prisa de la ciudad, al calor de las brasas, hechando leña hasta que las palabras se acaban.
Estoy sorprendido en primer lugar de la gran dimensión de la finca y la hermosura de este paraje natural, más de 400 hectáreas que estaban abandonadas. Admiro los viñedos que se están recuperando con el tiempo. También me sorprende el gran trabajo que supone restaurar un Olivar, cultivando la paciencia que nos enseña la madre naturaleza. Me agrada el sonido relajante de la acequia y la inteligencia de las construcciones árabes para transportar el agua y almacenarla, hace siglos que en estas tierras hay presencia humana. El río Mijares divide la finca en dos, sus aguas limpias invitan a bañarse, cruzamos un puente muy bonito donde hay varias pozas para poder tirarse. En medio del monte nos encontramos una aldea, hasta hace poco no tenía luz, agua ni teléfono, es increíble el abandono de estos pequeños pueblos. La austeridad es máxima, se paró el tiempo en este punto negro de la geografía nacional, cerca de 30 kilómetros de apagón real. Antiguamente se utilizaban motores de barco para producir luz en la finca, también generadores en las casas, el gasoil se ha ido sustituyendo por la luz del sol, montando paneles en los tejados.
Puedes leer el recuerdo completo aquí.